La Elegante Montaña – Foullar delle Montagne

La Elegante Montaña – Foullar delle Montagne

22 de Noviembre del 2017 - 28 de Enero del 2018

 

La exposición se centra en una colección de piezas provenientes de la colección del Museo Nazionale della Montagna de Turín que cuenta con cerca de doscientos ejemplares, todos ellos sobre temática de montaña. Los más antiguos son de los años veinte y treinta del siglo pasado y no faltarán foulard del presente siglo. En la muestra se pueden ver creaciones de grandes firmas de la moda: de Chanel a Hermès, Prada, Givenchy, Gucci, Céline, Burberrys, Ralph Lauren, Escada… a los que se han añadido los nuevos productores contemporáneos, de Lola Paltinger a Milleneufcentquatrevingtquatre, Étoile de Marie, Casali 71 y Charlotte Hudders, por citar algunos.

 

 

         

 

 

 

 

LA COLECCIÓN DEL MUSEOMONTAGNA 


La colección de fulares reúne aproximadamente 180 ejemplares. Los más antiguos pertenecen a los años veinte y treinta del siglo pasado además de algunas piezas de este siglo. Están presentes todas las grandes firmas de la moda, desde Chanel a Hermès, Prada, Givenchy, Gucci, Krizia, Burberrys, Escada, Gabrielli, AAllard y Bogner, además de diseños actuales e incluso pañuelos más sencillos que nada tienen que ver con los complementos de lujo. Si los más refinados están fabricados en seda, los más antiguos son de algodón o lana, mientras que los más modernos incorporan materiales sintéticos como el acetato, el rayón y el poliéster. La seda es un material noble, refinado, sinónimo de ligereza, fantasía y elegancia, cualidades que van unidas a su antiquísima historia y a sus lejanas raíces orientales. Se asomó al Occidente en época romana generalizándose en la Edad Media, especialmente en Francia e Italia (en ciudades como Génova y Venecia hasta el siglo dieciocho y Florencia y Como en tiempos más recientes) convertidas en áreas de gran difusión.

 

 


DE HERMÉS A GUCCI

La historia del fular está unida a la casa Hermès. Sus pañuelos con exquisitos diseños nacieron en 1937 del genio creativo de Robert Dumas, yerno y socio de Émile-Maurice Hermès. A la marca francesa pertenecen piezas de la colección de los años cuarenta y cincuenta, como Les Joies de la Montagne, firmado por el suizo Jean-Louis Clerc, o Chamois, con motivos de la fauna de montaña y delicado como la página de un cuaderno de campo, diseñado por Xavier de Poret, así como muchos otros, con temas de montaña o polares, que se han sucedido hasta nuestros días, como Hommage a l’Explorateur Sir Ernest Shackleton, con dibujos de Zoé Pauwels. Hay puntos de encuentro en la historia de las dos grandes firmas de moda. Cuando en 1837 Thierry Hermès fundó la Maison, cien años antes de que crearan los fulares, la empresa fabricaba monturas para equitación y es precisamente en el ambiente de las carreras de caballos y la alta sociedad donde surge, en 1921, Gucci. Sus pañuelos deben su éxito a Vittorio Accornero, autor del famoso fular Flora diseñado en 1966 para Grace Kelly y de las conocidas series con motivos botánicos.

 

 

EL FULAR OLÍMPICO

La tradición del fular olímpico conmemorativo de los Juegos fue iniciada oficialmente en 1936 en las Olimpiadas de Berlín, con un ejemplar muy colorista con los cinco aros circundados por las banderas de todos los países participantes. Sin embargo, unos meses antes, con ocasión de los Juegos Invernales celebrados entre el 6 y el 16 de febrero en la ciudad alpina bávara de Garmisch-Partenkirchen, se habían realizado dos fulares de bella factura, conservados en la colección del Museomontagna, con las disciplinas deportivas participantes y “postales” de las localidades, sedes del evento. Son numerosos los ejemplares conmemorativos, a los que se unen los turísticos, auténticos souvenirs de viaje, a veces un poco kitsch aunque no faltan ejemplares elegantes y refinados, como el fular realizado para los VI Juegos de Oslo en 1952 o la serie encargada a famosos ilustradores y pintores, como Constantin y Pierre Ambrogiani, para Grenoble en 1968.



 

 

EL FULAR EN LA CIMA

 

El mundo alpino está asociado frecuentemente a la libertad, a desafío ante las convenciones, como parece sugerir la fotografía de la escaladora Mary Varale retratada en 1931 con un fular en la cabeza en compañía de Riccardo Cassin. Y precisamente la firma de Cassin es una de las noventa y dos que se encuentran bordadas en el fular “Refugio Reina Elena, 23.24.25. V. 1931” depositado por los más famosos alpinistas en las primeras décadas del siglo veinte. Algunas piezas de tela cuadradas han sido protagonistas en la conquista de las cimas. En 1786 un “pañolón” rojo fue ondeado en la cima del Mont Blanc por Michel-Gabriel Paccard, quien había ascendido con éxito en compañía del coleccionista de cristales Jacques Balmat en la expedición organizada por iniciativa de Horace-Bénédict de Saussure. Otro “pañuelo” con las iniciales G.L.M. bordadas fue encontrado en 1999, a 8.290 metros, bajo el Grand Couloir en la cara norte del Everest. Gracias a él fue posible identificar el cuerpo del alpinista inglés George Leigh Mallory protagonista, en junio de 1924, de la tentativa fallida de ascensión al techo del mundo.